El reportaje de un estudiante erasmus en Budapest

jueves, 12 de enero de 2012

La noche húngara

Me quedan apenas 10 días en suelo húngaro y he decidido hacer un repaso de algunos aspectos de la vida cotidiana que he omitido durante este tiempo, ya sea por falta de tiempo o por simple descuido. El que vengo a comentar ahora puede ser de gran utilidad para futuros erasmus o incluso para bandadas de voluntarios jóvenes con ganas de pegarse unos días de desmadre en Centroeuropa: la vida nocturna en Budapest.

Para empezar, diré que en esta ciudad se puede salir prácticamente todos los días, siendo los días predilectos para los erasmus: los lunes en Morrison's 1 o 2 (yo prefiero el 2), martes, miércoles o jueves en algunas de las varias fiestas Erasmus que suelen organizar en locales como B7, Living Room, New Orleans, los miércoles en el local underground por excelencia conocido como Corvinteto, y los fines de semana en lugares que más bien podrían recordar a España, como Studio, e incluso puedes escaparte un domingo a tomar algo de tranqui al archiconocido Szimpla, típico lugar para el "rollo - tranqui", aunque luego casi siempre acabes enreao, y el también conocidísimo Kakas, abierto 24 horas.
Ahora especificaré y explicaré al detalle los diferentes subgrupos que podemos encontrar en la noche aquinea:

- Los latinos (italianos, portugueses, españoles, etc.): esta gente solo sale con un objetivo, el de pillar cacho. Se les puede reconocer fácilmente por tener siempre una cerveza o copa en la mano, encontrando la otra mano metida en su bolsillo, actitud ésta acompañada de un repertorio de miradas a las chicas del lugar, de las que hablaremos más tarde. Su posición erguida irá disminuyendo conforme se van acercando a la chica, hasta acabar bailando en la típica postura de cortejo. Cortejo éste que en buena parte de los casos suele acabar en cobra por parte de la susodicha, a no ser que el afortunado haya dado dado con la típica chica Morrison's a la que le acaba de dejar el novio o se acaba de sacar la carrera y está abierta a todo.
Especificar a continuación que siempre he divisado estos encuentros desde la distancia, en el subgrupo latino en el que nos encontramos los erasmus con pareja, los que directamente pasaban de dar el espectáculo o los que si querían ligar, preferían hacerlo en un ambiente más relajado, que nos reuníamos alrededor tronchándonos al observar tan dantescas escenas. Eso sí, a ninguno de los dos subgrupos nos quitan la copa de la mano.

- Los no latinos, es decir, el resto de nacionalidades (ya sean polacos, alemanes, americanos, chinos, etc): digamos que este grupo también se caracteriza por una misión claramente diferenciada: tajarse. No hay más, a la mayoría les da igual lo que pasa a su alrededor, como si quiere haber una manada de húngaras bailando provocativas rodeando su figura, hoy solo hay una cosa en mente y nada le hará cambiar de opinión. Si antes hemos dicho que los latinos siempre llevarán una copa en la mano, aquí podemos encontrar dos, incluso tres por individuo. Cuánto más rápida sea la tajada, mejor.

- Las húngaras: se les reconoce por tener cara de húngara, es decir, ojos comúnmente claros y rostros pálidos, además de por bailar como garzas esquivando minas antipersona. El pelo suele ser rubio, a no ser que se lo hayan teñido. Dentro de este grupo encontramos dos subgrupos: las que pasan del tema y las que esperan la llamada latina, auqnue dentro del segundo subgrupo también podemos encontrar chicas que bailan hasta la eternidad con el italiano de turno. He llegado a fijarme en una chica siendo cortejada cuyo baile con el individuo se ha llegado a alargar hasta el cierre, acabando la danza con un saludo de despedida por parte de la chica húngara y la pertinente cara de póker que se le queda al pobre latino, convencido de que esa sería su noche. La cara puede tornarse aún más pringada si, además, el chico ha recibido un recital de cobras por parte de su presa.
Las chicas húngaras, como norma general, no suelen besar al chico en la primera noche. Habéis leido bien, besar, ya no hablamos de ir al catre, sino de mostrar cierto grado de "cariño" con respecto a su conquistador. Creo que tienen miedo a que la gente que las conozca hablen mal de ellas o algo así, no lo sé, aunque siempre podemos encontrar las que pasan de todo, ya sea de ligar o de la gente que las mire, ya que también he llegado a observar escenas tales como ver a la chica entrando con el chaval al baño estando éste lleno de gente meando, por ejemplo, así que no os desaniméis.

- Los húngaros: se caracterizan por bailar aun peor que las húngaras. Creo que no he visto a ninguna nacionalidad bailar peor que estos asesinos de la coreografía. Otra de sus características es la de salir enfadados de casa, o al menos eso puedo apreciar en sus caras. Yo creo que es por la frustración que sienten de que los que vengan de fuera les quiten a sus mujeres. Algunos de ellos incluso buscan pelea a las más mínima, por lo que en algunos sitios hay que tener algo de cuidado. No quiero decir que todos sean iguales, porque he llegado a abrazarme con húngaros en la discoteca sin motivo aparente, aunque eso no les quitaba la cara de encrespado.

- Los porteros de discoteca: de estos solo diré que ni los miréis más de cuatro segundos a los ojos si queréis seguir disfrutando de la ciudad.

Respecto a la música, la verdad es que me ha gustado más la música que he escuchado aquí a la que suelo escuchar en las discotecas de España, ya que no se limitan solo a "danza kuduro" ni al continuo reggaeton, sino que la música house y electrónica también tiene cabida en cualquier discoteca, no solo en las underground. Y ya no solo este tipo de música, sino que también les puede dar por ponerte algo de rock y todo, quién sabe, depende del dj.

La bebida merece un capítulo aparte.
Para empezar, olvidaos del concepto de botellón que tenemos en España, ya que es eso, lo tenemos en España, aquí hay que cambiarse el chip, a no ser que hayas cometido el error de juntarse solo con españoles en tu estancia aquí, siendo así, quizás sigas haciendo los típicos botellones en el piso. Eso sí, si tienes unos buenos plásticos para hacer hielos, porque lo que es comprar hielos aquí no se pregona demasiado, y como tengas que depender de los hielos que puedes fabricarte en el congelador o te has comprado medio Euroshop (la tienda de los viente duros aquí) en moldes, o vas apañao.
Si, por el contrario, has hecho bien juntándote con varias nacionalidades, comprobarás que este tipo de "botellón" es algo diferente, pudiendo beber en una misma noche vino, cerveza, vodka e incluso algo de whisky, por qué no, ya que en las "reuniones" (eufemismo de fiestas) erasmus que se hacen en los pisos de turno, cada uno suele llevar algo a la fiesta y al final acabas picoteando de todo.
Huelga decir que de botellón en la calle nanai, salir con hipotermia no resulta muy cómodo que digamos, aunque a principios de octubre o así recuerdo haber bebido en la calle, en las escaleras de la Basílica de San Esteban. Eso sí, cerveza, ahora detallaré el por qué.

Hay que mencionar que aquí sale baratísima, ya sea en los supermercados o en los mismos bares. Ayer mismo sin ir más lejos, para ver un partido de fútbol en casa, compré cuatro latas de medio litro por 40 céntimos cada una, y estaba buena y todo. En los bares más de lo mismo, las jarras de medio litro te pueden salir por un euro escaso, y si te vas a una discoteca de más o menos renombre, donde suelen estar más caras, aun así no vas a pagar más de 2 euros. Por esta sencilla razón hay muchos días en los que he salido a base de cervezas y he gastado muy poco dinero, amen de que las copas aquí son una farsa increíble, ya que me he encontrado con camareros que me han llegado a poner un whisky cola sin hielo y sin nada, ¡ala!, ahí lo llevas. Además, tienen unas medidas estipuladas para ponerte la copa, 4 cl de whisky vale tanto y 8 cl vale otro tanto, y eso es lo que te echan con el medidor correspondiente, no más, llegando a pagar por una basura de copa hasta 5 euros, encima echándote el refresco de la tan temida máquina típica que encuentras en sitios como Mcdonalds. Siendo así, resulta comprensible que me haya pedido muy pocas copas en los bares y haya tirado más de la universal birra, que nunca falla.
También me ha dado últimamente por seguir la costumbre portuguesa de mis compañeros de piso y salir muchos días a base de cenar con unas copas de vino y seguir con el vino después de cenar, una muy buena solución también, sobre todo si el vino es medianamente decente.
Si, por el contrario, no quieres que nada te haga cambiar tu costumbre de ron + coca cola en buena compañía, también tienes la opción de comprarte tu botella de Captain Morgan por unos 10 euros, meter la coca cola en el congelador y luego echarle el ron, y hacer una especie de mezcla en la botella que no está del todo mal. Eso fue lo que hice cuando vino a verme mi colega, pero cuando sales tan a menudo no sale muy a cuenta estar tirando siempre de ron y hay que economizar un poco.

Ya tenemos la bebida, hemos escogido el lugar, y ahora tenemos que tener en cuenta que entre semana lo tienes muy chungo para tener fiesta más allá de las cinco de la mañana, ya que aquí la gente parece que tiene el horario un poco cambiado, quedando los nativos para salir a eso de las ocho o nueve de la tarde - noche, cuando tú todavía ni has cenado. Yo he procurado no seguir mucho esta costumbre, pero siempre he intentado llegar al garito a eso de las once o así si quería algo de movimiento, ya que a partir de las tres los sitios empiezan a vaciarse paulatinamente. Pero, como he dicho antes, también hay excepciones, y las discotecas más semejantes a lo nuestro, como la Studio, puede tener gente todavía dentro pasadas las seis de la mañana. Eso sí, teniendo en cuenta que es sábado.
En verano, o al menos cuando la temperatura respeta, tuve la oportunidad de ir a discotecas al aire libre, como por ejemplo la Río, que recordaban más a la noche ibicenca que a otra cosa.

Creo que no me dejo nada, y por mucho que haya escrito esto es tan solo un pequeño resumen, por lo que os recomiendo encarecidamente que salgáis fuera de la frontera y comprobéis cuán diferente puede ser el concepto de diversión en país y en otro. Eso sí, sea como sea, pedid siempre un par de hielos.

martes, 10 de enero de 2012

Crónica del NO viaje a Cracovia

He aquí la historia de como NO planear un viaje, la anécdota de un desaguisado que unirán eternamente a un español y a un portugués, ya que siempre tendrán en la memoria y, si algún dia se vuelven a encontrar, recordarán aquello que les pasó cuando planeaban un viaje a Cracovia un 9 de enero en Budapest.

Todo comienza cuando Miguel, mi compañero de piso, me comenta de hacer un viaje a Cracovia: 25 euros ida y vuelta, unas 5 horas de autobús, de miércoles a sábado, tres noches de hostal que saldría cada una por 5 euros. Vamos, más tirado imposible.
Teníamos pensado comprar los billetes en la misma estación, que nos pillaba a unas cuantas paradas de tranvía y otras tantas de metro, la maldita pereza hizo que prefiriéramos pagarlo por internet, ya que antes habíamos hecho la misma operación y no habíamos tenido ningún problema. Procedemos a hacer el pago, todo muy bien, transacción completada con éxita, me quitan el dinero del banco y Miguel me da su parte en metálico pero notamos que falta algo: los billetes, y es que no nos había llegado nada a ninguno a nuestro correo electrónico.
Pensando que nuestra preocupación era fruto de la impaciencia no le dimos más importancia y volvimos a mirar pasado un rato. Nuestra inquietud aumentó considerablemente cuando pasaron casi dos horas y ni rastro de los billetes, así que decidimos ir hacia la estación a ver qué cojones estaba pasando. Llegamos a la estación y la amable muchacha de ventanilla nos dice que no consta ninguna reserva a nuestro nombre...¿Qué ostias?
Nos habíamos gastado 50 euros entre los dos en los billetes, un dinero totalmente inservible. Por suerte la chica nos dijo que al no haber sido efectuada con éxito la reserva posiblemente ese dinero deba llegarme a mi cuenta de nuevo, a modo de retención bancaria o algo así, algo en lo que aun no acabo de confiar, pero bueno, no me queda otra.

Visto lo visto decidimos volver a casa y esperar al menos un día a ver qué pasaba, y ya mañana ir de nuevo y sacar los billetes en ventanilla, como Dios manda.
Para nuestra sorpresa, el día, desgraciadamente, no había acabado. En Budapest, como norma general, suele haber revisores antes de bajar las escaleras mecánicas para coger el metro, pero hay momentos en los que no hay nadie, eso fue lo que nos sucedió a mi compañero y a mí de vuelta al piso, con la mala suerte de que a la salida sí había revisores. El hecho de que haya revisores a la salida te lo suelen decir por megafonía cuando bajas del vagón de metro, y al escucharlo pensamos en volver a montarnos y bajarnos en la siguiente parada, pero el iluminado de Miguel dijo que tenía tickets usados y que enseñando eso valdría. Aun no sé para qué coño valdrían, porque lo único que conseguimos es que nos cascaran una multa de 25 euros a cada uno, que se pagaban en el momento. Si llego a ir solo a lo mejor le puedo saltar con que voy a sacar dinero y que no llevo nada encima, y así quizás podría haber hecho un "simpa", pero al ir los dos resultaba fácil que nos dijeran que podíamos ir uno de los dos al cajero. Además, amenazaban con que la multa podía ascender al doble de su cuantía si no la podíamos pagar en el momento.

Ya os podéis imaginar el panorama, dos tíos como dos camiones con una cara de pringaos que se nos había quedado después del desastre de tarde volviendo a casa, cabizbajos, muy confundidos, cuestionándonos nuestra mísera suerte y maldiciendo el momento en el que se nos había ocurrido: 1) pagar el billete por Internet, 2) No comprar un puto ticket de metro de un euro.
Ahora tenía 75 euros menos en mi cuenta bancaria, y sí, el dinero posiblemente me lo devuelvan, pero la cosa es que en este momento aun no lo tengo disponible, y contando con que enero es el mes típico en el que vienen todas las facturas, tipo seguro de coche y tal, y que el dinero del viaje lo tenía ya planeadísimo, hemos decidido abortar el viaje, ya que, aunque la semana que viene posiblemente podría hacer el viaje, porque recuperaría ese dinero perdido, pero la cosa es que tengo un examen el jueves 19, por lo que esos días ya sería imposible.

Ahora tengo una espinita clavada, y aunque Cracovia quizás no sea nada del otro mundo, por mis cojones que iré cuando tenga algo de dinero ahorrado, ya sea este año, el que viene o dentro de diez, aunque sea desde Madrid y en avión, pero a cabezón no me gana nadie.

sábado, 7 de enero de 2012

Sigo vivo

Aunque algunos ya estaban incluso festejando que dejara de dar la lata con mi blog, obligados a decir cosas tales como “pues sí, es muy interesante” y derivados, he de anunciar que para nada lo he dejado abandonado. Ha sido algo más de un mes de ausencia de escritura, que no descanso, y es que llevo liado desde prácticamente finales de noviembre con los exámenes, y después ha venido la visita a España (con todo lo que eso conlleva). Es más, aun sigo estudiando, no acabo hasta el próximo día 10. Hasta el momento, de siete asignaturas que tengo matriculadas este primer cuatrimestre aquí llevo aprobadas las cinco de las que me he examinado ya: cuatro sobresalientes y un bien. El próximo lo tengo el lunes 9 y, como ya he dicho, termino el 10.
Tengo que reconocer que lo que me ha llevado a escribir esta entrada ha sido, simplemente, que estoy en el avión volando hacia Budapest con mi nuevo portátil y la batería dura siglos, así que aprovecho y mato el tiempo antes de que el avión me mate a mí (no sé como se me ocurren hacer este tipo de bromas cuando hace pocos minutos teníamos unas turbelancias del carajo).

Para los despistados o, como suele decirse en la tele, los que os acabéis de incorporar al blog, decir que voy a pasar unas dos semanas y algo en Budapest y vuelvo definitivamente a España, así que desde que acabe el día 10 y hasta el 22 que retorno voy a intentar aprovechar mi estancia aquí al máximo, incluso puede que caiga una escapada de finde a Berlín. El resto lo dedicaré a despedidas varias, aun con la pereza que dan estas cosas.
En España poco que contar, reencuentro esperado con mi familia, Laura, amigos, etc., así durante casi un mes, y atiborrándome llenando las reservas con jamón, queso, gambas, pavo...y aprovechando para meter en la maleta algunas sobras, que van a caer a los pocos días, imagino.

Sin más, y viendo que en Budapest me queda poco por ver, puede que la próxima entrada la dedique al viajecito de despedida, cuyo destino favorito hasta el momento es Berlín, aunque no descarto Belgrado o Cracovia, entre otras. O, quién sabe, a lo mejor ni viajo y "me enrean" mis compañeros para exprimir Budapest y despedirnos a lo grande.