El reportaje de un estudiante erasmus en Budapest

jueves, 17 de noviembre de 2011

Recorriendo Europa III: Praga (Prólogo)

Aprovechando la visita de un gran amigo, decidí planear otro gran viaje, esta vez a una de las capitales con más encanto del continente europeo, Praga.
Volví a comprobar las facilidades que ofrece el enclave tan privilegiado donde se encuentra Budapest para viajar, aunque en esta ocasión el viaje fue algo más largo, siete horas de tren, las cuales no se hicieron para nada pesadas, ya que nos pasamos prácticamente todo el viaje durmiendo, apropiándonos de uno de los camarotes que tenía el tren con tres asientos a cada lado para desplegar las patorras a nuestras anchas. De no ser por las tres o cuatro visitas que hicieron los revisores durante el viaje habríamos dormido del tirón, y es que la noche anterior estuvo algo movidita.

Salimos a las 9:25 y a las 16:30 llegamos a suelo checo. Con más frio que en la jura de bandera del Yeti nos dispusimos a buscar el hostel en el que habíamos hecho la reserva, Hostel Lipa, donde no os recomiendo, sino que os aconsejo vehemente que no hagáis ni el intento de buscarlo en Internet, ya que resulta que, simplemente, NO EXISTE. No tardamos demasiado en llegar desde la estación al punto del mapa donde se suponía que estaba el hostal, pero por mucho que preguntamos y por mucho que dimos vueltas por la zona no encontrábamos ni rastro del hostal.
Comprobamos realmente que el hostal no existía cuando preguntamos a un taxista si sabía donde estaba y sacó un tochaco de guía de hoteles en cuya lista ese tal Lipa no se encontraba.
Un poco desconcertados y después de haber perdido el dinero de la reserva, apenas cinco euros, decidimos ponernos en marcha en la búsqueda de un sitio donde dormir. Eran las cinco de la tarde y teníamos tiempo de sobra, pero esto suponía empezar a perder tiempo de visita turística.
Después de algo más de tres horas de búsqueda y de preguntas, donde encontramos sitios en hoteles pero que se salían del presupuesto, tuvimos la suerte de encontrar un pequeño apartamento, con la calefacción a tope, baño, cocina, más de dos camas, y por unos 40 euros la noche entre los dos. Decir que en ese pisito cabían mínimo cuatro personas, por lo que si algún interesado en visitar la ciudad está leyendo esto, que no dude en dejarme un comentario y contactar conmigo.

Lo mejor del piso, sin duda, era la habitación cuya puerta se encontraba en la cocina:



Con la tonterían eran las nueve y media de la noche y no habíamos visto nada, por lo planeamos ducharnos tranquilamente, cenar y beber algo, y mientras ibamos bebiendo y tal íbamos visitando el centro de la ciudad por la noche, ya que el garito donde nos dirigíamos a probar la fiesta praguense se encontraba cerca del casco histórico. El lugar se llama Karlovy Lazne, y se trata de la discoteca más grande de Centroeuropa. Nada menos que cinco plantas donde prácticamente se encuentran todos los estilos de "música fiestera", desde el típico dance o house, pasando por hip hop o incluso una planta dedicada a música ochentera.



Desgraciadamente, entre que nos parábamos en tal o cual sitio y con la medio tajada apenas vimos nada ni hicimos fotos tampoco, el viaje en lo que a turismo se refiere parecía no prometer, eso sí, de ese desaguisado de día sí que puedo dejar una foto:



Eran las tantas de la mañana cuando volvíamos a casa, y en esa sufrida travesía, donde el termómetro bajaba algunos grados de cero, empezamos a planificar, todo lo seriamente que se puede planificar algo a esas intempestivas horas, lo que sería el primer día de turismo y de fotografía por la capital checa.

Afortundamente, teníamos dos noches reservadas, por lo que el viaje solo acababa de empezar y aun teníamos muchísimas cosas que ver, lo que contaré en la 2º parte de la crónica.



Mi chaquetón azul, que ya se está convirtiendo en mi mítico chaquetón erasmus. Saludos desde el Puente de Carlos.

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