Tuve la oportunidad de viajar con mi pareja, Laura, lo que aportó un encanto especial a la visita. Su presencia aquí resultó perfecta, ya que Viena es una de esas ciudades "diseñadas" para ser recorrida acompañado de alguien especial.
Llegamos a mediodía a la ciudad, y el objetivo a continuación era llegar al centro de la ciudad. La estación de autobuses de Viena quedaba un poco lejos del centro de la ciudad, por lo que tuvimos que coger un metro que nos llevara al "punto clave" para empezar la visita. Decir que no vimos ni rastro de revisores en los dos días que pasamos allí, por lo que no pagamos ni un billete para desplazarnos.
El metro nos dejó en el primer punto de la visita, la Catedral de San Estebán, actualmente en reformas como se puede apreciar en las fotos:
La Catedral de San Estebán es la iglesia principal de la archidiócesis de Viena y la sede de su arzobispo. Se sitúa en la plaza que le da nombre y se puede considerar como el centro geográfico de la ciudad.
Es necesaria una mención especial al frío que pasamos en estos primeros minutos en la ciudad, algo que nos pilló de improvisto y "sin anestesia ni ná", además de pasar toda la tarde con un cielo completamente encapotado, un ambiente puramente otoñal.
Es conocida la fama de Viena como una de las grandes ciudades musicales del planeta. Es digno de remarcar la abundancia de tiendas de souvenirs cuya presentación es una foto de Mozart o algo por el estilo, sobre todo en los alrededores de la Ópera.
La Ópera de Viena es uno de los teatros de ópera más importantes y de mayor prestigio y tradición del mundo.
Nos llamó muchísimo la atención el tamaño de los edificios aquí, con unas fachadas enormes y una arquitectura soberana.
Los mayores ejemplos de esta arquitectura son los tres inmensos palacios que podemos encontrar en la capital austriaca.
El primero que tuvimos la oportunidad de ver fue el Palacio Imperial de Hofburg.
El Palacio de Hofburg fue la residencia de la mayor parte de la realeza austriaca. Actualmente reside aquí el presidente del país.
Entre los edificios que conforman todo el complejo perteneciente al palacio podemos encontrar la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Equitación Española, museos y, como hemos dicho, los despachos del presidente.
Y si conocido mundialmente es el Parlamento de Budapest, no menos comentario merece el de Viena.
Delante del edificio podemos ver la estatua de Atenea, diosa de la sabiduría en la mitología griega.
Proseguimos el camino y durante la caminata vimos algunas curiosidades como ésta, una báscula en mitad de la calle, en la que depositabas 20 céntimos y marcaba tu peso. No está de más estar en todo momento al tanto de tu línea.
Laura admirando el curioso hallazgo.
En esta ciudad ni el ayuntamiento se salva de esta majestuosa arquitectura. Para muestra un botón:
Frente al ayuntamiento encontramos el Teatro Real de Viena (Burgteather).
Se trata de unos de los más espléndidos teatros del mundo y el mayor de habla alemana. En la fachada podemos encontrar los bustos de algunos de los mejores dramaturgos de la historia, entre ellos Calderón de la Barca (no se ve bien porque la batería estaba agonizando y el flash comenzaba a vacilarme):
La verdad es que fue un lujazo pasear rodeados de tanta magia en forma de ciudad. Además, el paisaje otoñal motivaba aun más para seguir fotografiando una de las ciudades más bonitas del mundo. Quizás lo único malo de este primer día de ruta fue el incesante frío acompañado de aire que dominaba el ambiente. Aun así no perdimos el ánimo en ningún momento.
La noche cayó en Viena (hablamos de alrededor de las cinco de la tarde), y este anochecerr nos pilló a mitad de camino de otro de los palacios de la ciudad, el de Belvedere. La noche y el flash no nos permitieron tomar grandes fotos por allí. Pensamos en volver al día siguiente para verlo de día pero teníamos la agenda un poco apretada, al ser solo de dos días la visita, por lo que solo puedo dejar algunas fotos sacadas de Internet por si tenéis pensado pasar por aquí. Visitar Viena debería ser obligatorio para todo romántico:


Por la noche apenas hicimos más visitas reseñables, por lo que dejamos la ruta para el día siguiente, en el que teníamos pensado madrugar y aprovechar la visita hasta las 19:30, hora a la que volvíamos a Budapest. Destacar la temprana hora a la que caímos rendidos, sobre las diez o así, y es que el frío y el pateo continuado habían hecho mella en nuestro organismo.
Mañana o en dos días a lo sumo continuaré contando este gran viaje, uno de los mejores que he hecho, y es que considero a Viena la mejor ciudad que he tenido la oportunidad de visitar hasta el momento.
Que gran ciudad, Viena, yo pasé por allí en el 2007, grandes recuerdos.
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